por: Raziel
Te has preguntado ¿Por qué emigrar a Estados Unidos?
Seguro pensaste en algún familiar o amigo que trabajo hasta romperse el lomo y consiguió una vida mejor. O en cambio, como en muchos casos, los que se quedaron en el camino, o los deportados, los encarcelados y los aun esclavizados, los arrepentidos.
La falta de oportunidades de desarrollo, es uno de los argumentos más utilizados entre los migrantes. Profesionistas, artistas, estudiantes, campesinos y obreros, en su afán por lograr un mayor bienestar personal y familiar, inician su éxodo al extranjero con sus mochilas cargadas de sueños y esperanzas. Los últimos dos con las mayores aspiraciones, pero con la duda si habrán de regresar.
Pero mientras ellos viajan, aquí la vida continua, donde aun con su ausencia, influye bastante en su comunidad.
Pueblos somnolientos que solo han de despertar con sus fiestas, motivo para que sus hijos retornen a aquella tierra añorada, que les pide con júbilo disminuido, que no se vuelvan a ir más.
El campo sufre, ya nadie lo atiende. Se vuelven viejos junto con los que se quedan, esperando que se los lleve el olvido.
Las ciudades, aun más frívolas, presumen de su competitividad con otras de “primer mundo”. Con orgullo presumen avances que no existen, y ocultan aquellos que siguen latentes cuando los paisanos se cansaron de esperar. Los que se quedaron desde luego que están alegres con la visita de los que se fueron, pero les es difícil no evocar el día de su abandono.
Desde hace décadas, y como tradición popular, el desgajamiento social a causa de la migración ocurre sin que el Estado tome acciones para frenarlo, más bien las alienta sin tomar parte en su responsabilidad de las afectaciones que esto crea. Incrédulos, nuestros gobernantes se aferran a la idea del progreso que les atraerá el capitalismo, que la única forma que tiene para terminar con la enfermedad de la pobreza, es llevándolos a la “hoguera”.
El TLC expone al campo mexicano en una situación de abandono ante el monstruo del mercado, llevando a la extinción de campesinos independientes. Las tierras serán absorbidas por los grandes terratenientes, resucitando el latifundismo de las antiguas haciendas. La falta de apoyo al campo por parte del Estado, llevara a la diáspora a sus pobladores hacia las grandes ciudades.
Las concepciones aparentemente apocalípticas del devenir de nuestro País en los próximos años, se ha marcado con el pasar de las acciones ilustrativas; el descontento social, aunque siempre presente, sigue a la alza.
Si la suerte los acompaña, (los que no, se condenan al vagabundeo) los campesinos autoexiliados logran reactivarse dentro de la actividad económica, en empleos mal pagados y en condiciones deplorables. Su mano de obra barata y la subordinación inmediata, atrae a la ambiciosa imagen del empleado ideal por parte de los patrones. Esto pone en desventaja a aquellos que dado el conocimiento de su condición laboral, luchan por su mejora, estigmatizados como el personal que no se pone “la camiseta”. La competencia entre los trabajadores por un puesto dentro de la empresa, crea divisiones y conflictos entre empleados, así la empresa se libera de aquellos que no les son productivos y solo generan costos. Alegando su deslealtad y fabricando pretextos para retirarlos de sus puestos, los patrones acuden a las cartas de renuncia que les han hecho firmar antes del contrato. Aumenta el desempleo.
Empresarios siguiendo el programa de la avanzada neoliberal, incurren en la política de manera abierta, ofreciéndonos la idea de que México es una gran empresa. Los empleados de confianza obtienen la mayor parte de las ganancias; nosotros, la mano de obra barata incapaz de comprender el funcionamiento de la maquinaria, nos conformamos con obtener lo justo para comer. Los que sobran, simplemente no entran en el juego.
Para contrarrestar el mal creado, como aparición milagrosa presentan programas de inversión extranjera, y que estos entes iluminados llevaran a toda la raza de desocupados de vuelta a la actividad. Se realizan reformas laborales y fiscales en apoyo a las empresas extranjeras, para garantizar su entera libertad en la actividad a que se dedican. El desamparo de los obreros ante los Sindicatos, que se relacionan desvergonzadamente con los Empresarios, se ha convertido en el departamento de recursos humanos de aquellos.
Crece la demanda de la vivienda a causa del crecimiento urbano, oportuno negocio de las inmobiliarias que con su desmedida rapacidad, compran licitaciones, permisos e incluso la opinión publica. Se arrasan reservas naturales a pesar de la indignación de organizaciones ambientalistas. “Somos la raza que ha heredado la tierra, y con ello lo que contiene”, se piensa. La mancha urbana crece, sin importar la destrucción del ecosistema, dejando solo pequeños museos ambientales o intentos de zoológicos baratos a la deriva.
La exigencia de más y mejores servicios hacia los ayuntamientos por parte de la sociedad, y la incapacidad de los primeros para otorgarlos son cosa de la vida diaria. “no hay dinero suficiente, y necesitamos sacarlo de la recaudación de los impuestos” puntualizan mientras suben al automóvil de ultima generación autodesignado para la elaboración de sus actividades parlamentarias.
El colmo de los aumentos de precio llega con el impuesto IVA en alimentos de primera necesidad. En comparación con años anteriores la vida en las ciudades se vuelve cada vez más cara, siendo solución para los ciudadanos del salario mínimo, la obtención de un tercer empleo o porque no, una actividad ilícita. Los créditos crecen, así como los intereses. De una manera desproporcionada en comparación a los precios de los productos básicos (maíz, transporte publico, gasolina, etc.), el salario mínimo, logra un lastimoso aumento.
El estado busca la creación de una nueva cultura social que se ajuste a su sistema, para esto, las instituciones gubernamentales y religiosas, ONG’s, los medios de comunicación, empresas y empresarios, cierran filas en pos de la unidad y lealtad al régimen.
Una de las mejores maneras de crear un nuevo inconsciente colectivo es por medio de la educación. Desde niño, nuevas virtudes no son inculcadas (éxito, eficiencia, competitividad, ambición, etc.) y las carreras tecnológicas y administrativas-económicas se posicionan como las mas rentables; desaparecen poco a poco las carreras humanísticas y artísticas, por falta de interés y apoyo. Hasta aquí nuestra identidad presenta una crisis: violencia en los hogares y en las calles (prostitución, narcomenudeo, delincuencia organizada, etc.), indiferencia a los asuntos públicos, aislamiento de grupos y personas, en razón de su individualismo egoísta. Se insiste en realizar las mismas acciones que nuestro vecino, siendo que no presentamos la misma cultura ¿Y cual es la nuestra?, pero claro, para ello se esta trabajando.
Crecimiento imparable de los monopolios y oligopolios, que nos orillan una vida de consumo en productos que nos ofrecen personalidad. Las agencias de colocación en su auge, que borran la antigüedad de un trabajador y además eliminando sus derechos a las prestaciones que les otorga la ley. ¿Para que sirve entonces la Ley Federal del Trabajo?
Los signos de lucha se hacen presentes cada vez con mayor fuerza. La sociedad organizada toma el último impulso para su reivindicación, esto si la novela de las 9, los náufragos, los grandes incendios en los bosques o las inundaciones, el fútbol o el Teletón, no les resulta más interesante.
En los casos extremos, la policía-militar solo tiene que limpiar todo rastro de insurrección, para esto cuenta con la Reforma Judicial (donde todos somos culpables, hasta que se demuestre lo contrario).
La privatización de los servicios que prestaba el Estado, resulta inminente, este se convierte en un gran recaudador de impuestos.
Trágico, esto ya esta ocurriendo, la transformación del País continúa.
¿Por qué emigrar a Estados Unidos? Parece haber razones de sobra para comenzar una nueva vida, una vida mejor. La vida autómata estadounidense es más sencilla, hombres-zombis que creen que el dinero les otorgara libertad. Su fe en ese falso postulado los hace enfrentarse a diversos calvarios: entre discriminaciones, pésimas condiciones de viviendas y de trabajo, abusos y aislamiento, la nostalgia y las ansias de regresar a su tierra. Pero no he de juzgar su deseo de permanecer allá.
Los que nos quedamos, tenemos un compromiso mutuo. El que todo esto cambie, evitar que la vergüenza aumente entre los que desean emigrar, y que por el contrario tengan la seguridad de que en México es posible progresar sin pasar por encima de los demás. El clima pesimista-conformista-individualista aun persiste: donde todo ha de seguir igual, no hay por que esforzarse y solo importo yo. Eliminar este decadente pensamiento ha de trasladarnos a la situación de una sociedad despierta y consiente de si.
Y los han de esperar, los que organizados que han sabido aguantar, porque la situación cada vez se presenta más delicada en la convivencia Estado-Sociedad. Y son necesarios todos aquellos ojos que, libres de vendas, han visto mas allá que los ciegos que nos gobiernan, los oídos de aquellos que han sabido escuchar a sus hermanos, todas a aquellas manos que han librado las cadenas de la opresión y ayudan a otros a librarse, de bocas que no se inhiban a expresar su sentir, de hombres y mujeres que se han dado cuenta, que otro México es posible.
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